Se ha puesto muy de moda para intentar defender una
determinada postura, acto o pensamiento, argumentar la no existencia de una
verdad absoluta, pero más allá de una muy manida frase hecha, no parece existir ningún conocimiento más
profundo de dicha afirmación. Ello es fácil de distinguir al observar la utilización del término de forma
incorrecta, fuera de contexto o simplemente desafortunada. Pero vayamos por
partes, ¿de qué hablamos cuando hablamos de verdades? Según el diccionario se
trata de: La coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la
que dicha afirmación se refiere o la fidelidad a una idea. El término se usa
en un sentido técnico en diversos campos como la ciencia, la lógica y
matemáticas o la filosofía. Bien, esto está medianamente claro, si afirmas que
un muro es duro es una verdad, una verdad relativa ya que depende de con que se
compare, pero no por ello deja de ser una verdad, es aquí donde surge la
pregunta de la existencia o no, de una verdad inmutable que no se pueda
relativizar, la respuesta no es simple y se adentra en la filosofía, creando
varios niveles de interpretación de la realidad, algo así como sucede con la
física moderna, tenemos la física Relativista, la Newtoniana, y la cuántica,
las tres son ciertas, digamos que son verdad a pesar de no haber encontrado la
forma de relacionarlas las tres en una verdad última, llamémosla verdad
absoluta. Pues igual que utilizamos la física Newtoniana por encima de las
otras dos, ya que es la que más se adecua a nuestra realidad y por lo tanto más
útil nos es, igual debemos entender que existen verdades que a pesar de poder
ser relativizadas no dejan de ser verdad, y el hecho de relativizarlas no nos
aporta nada práctico fuera del campo de la pura especulación filosófica, a
pesar de que me encanta la relativización y la divagación filosófica en busca
de verdades absolutas, debemos entender que el pensar que uno es un pájaro no
le permite ir en contra de la ley de la gravedad, eso no hace de dicha ley una
verdad absoluta, como bien demostró Einstein, pero sí la convierte en una
realidad que debemos conocer y tener en cuenta.
Una vez que he puesto sobre la mesa algunas simples
pinceladas del apasionante y complejo tema de la verdad y su posible
relativización, debo decir dos cosas y las expresaré de la forma más coloquial
posible para asegurarme de que se me entienda:
1. Usar como argumento en un debate práctico y vulgar el que
“no existen verdades absolutas”, es una gilipollez del tamaño de un piano de
cola.
2. Por lo que más quieran, dejen de decir: “Es mi verdad”, La
frase es una contradicción en si misma.