Me resulta tremendamente curioso lo contradictorio que podemos ser en muchas cosas, cuando eres joven intentas no ser diferente a los demás, te pones la misma ropa, escuchas la misma música e incluso utilizas la misma jerga, ser diferente generalmente es el motivo para ser discriminado y ser el centro de las burlas, pero por otro lado quieres ser el mejor, no quieres que digan que eres uno más, un cualquiera, que se suele decir, quieres destacar sin ser raro y eso es caminar por una muy delgada línea cual funámbulista , con la dificultad añadida de no saber dónde está la raya, ya que lo que hoy es guay mañana no lo es, que me lo digan a mí que ahora a los kinkis les resulta “guay” una cresta (vaya por Dios como cambian las cosas) En resumen, que queremos ser especiales sin ser raros, tarea realmente difícil, y yo me pregunto: no es ya el momento después de 45mil años, de que empecemos a desechar esos comportamientos de manada, que seguramente durante miles de años nos fueron tan útiles para sobrevivir, pero que en el siglo 21, en donde el macho alfa ya no es el cachas de turno con su mandíbula cuadrada (al menos eso dicta la lógica), sino Bill Gates y Steve Jobs, deberíamos empezar a enseñar a nuestros hijos a comportarnos de otra manera y superar esas tendencias animales que hoy en día sólo nos producen; frustración, tensión, estrés… etc.
Por cierto, me refería a los jóvenes por aquello de ser la época de la vida en que más patente es el comportamiento de manada, pero lamentablemente muchos lo siguen teniendo muy latente en la edad adulta.
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