sábado, 24 de octubre de 2015

Diversidad




Uno de Huelva, un chico y una chica Vascos, una de Huesca y un muchacho de Almendralejo, se junta con una pareja de Canarios, esto que parece el comienzo rimbombante de un chiste rancio, no es otra cosa que el recuerdo de un grupo de personas que me reafirmo en la idea de que los nacionalismos no solo se curan viajando como decía Pio Baroja, si no también con la convivencia, con el trato diario, cercano y humano, ya que más allá de las etiquetas, que nos ponen y las que lamentablemente a veces nos ponemos nosotros mismos, la condición humana nos une, esa misma que hace que los grandes clásicos del arte, en cualquiera de sus formas, nos remueva por dentro, haya uno nacido en Pekín o en Guadalajara, esa misma condición que nos hace sentir como propio el sufrimiento del otro, sin importar el color de la piel, o que nos hace enamorarnos de alguien aunque este tenga una fe distinta a la nuestra. Y es que hace apenas unos días he vuelto de realizar el camino de Santiago y más importante que lo hermoso de los paisajes, los pueblos cargados de historia y la experiencia personal que siempre conlleva el caminar durante tanto tiempo (11 días en nuestro caso, 309km de León a Santiago de Compostela) Me queda la enriquecedora convivencia con gente de tan diferentes costumbres y gustos, desde aquí un millón de gracias por recordarme lo hermosa que es la diversidad.

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