jueves, 22 de diciembre de 2016

Ballet negro.




Las diferencias entre etnias en el mundo nada tienen que ver con la pigmentación de la piel, el color del cabello o del iris de los ojos, esas son sólo diferencias estéticas y no afectan a  la capacidad intelectual, creatividad o a la constancia. El pueblo Alemán no es organizado y perseverante porque sean blancos y rubios, no nacen con una predisposición genética, igual que un español no nace con un legado que lo obligue a ser vago y poco responsable, son otros los factores que condicionan esos comportamientos, factores: culturales, históricos así como económicos, entre otros y la gran mayoría de estos son susceptibles de ser  cambiados. En las últimas olimpiadas, si comparabas la lista de los países y el porcentaje del PIB que invertían en deporte, podías observar que el puesto en esta lista correspondía con el que ocupaban en el medallero, algo parecido sucede con la inversión en educación y sanidad, los resultados que se obtiene en ambos casos son proporcionales a la inversión. Así que, ya basta de utilizar como excusa cómoda el típico: ya claro pero ellos son suizos, con los españoles (ejemplo válido para cualquier nacionalidad) eso no se puede, somos diferentes. Mantener la cultura y la idiosincrasia de un pueblo es patrimonio de todos y un bien necesario para la humanidad, pero considerar que las características negativas son parte de nuestra carga genética y por lo tanto no se puede hacer nada por cambiarlas es, bajo todo punto de vista, penoso. Cuando alguien comenta: “los latinos, ya sabes, salsa y esas cosas, está claro que  no valen para la música clásica”, pienso en el maravilloso  ballet nacional de cuba y en esas geniales imágenes de jóvenes mulatas con tutú ensayando a la sombra de palmeras tropicales.