Las diferencias entre etnias en el mundo nada tienen que ver
con la pigmentación de la piel, el color del cabello o del iris de los ojos,
esas son sólo diferencias estéticas y no afectan a la capacidad intelectual, creatividad o a la constancia.
El pueblo Alemán no es organizado y perseverante porque sean blancos y rubios,
no nacen con una predisposición genética, igual que un español no nace con un
legado que lo obligue a ser vago y poco responsable, son otros los factores que
condicionan esos comportamientos, factores: culturales, históricos así como
económicos, entre otros y la gran mayoría de estos son susceptibles de ser cambiados. En las últimas olimpiadas, si
comparabas la lista de los países y el porcentaje del PIB que invertían en
deporte, podías observar que el puesto en esta lista correspondía con el que
ocupaban en el medallero, algo parecido sucede con la inversión en educación y
sanidad, los resultados que se obtiene en ambos casos son proporcionales a la
inversión. Así que, ya basta de utilizar como excusa cómoda el típico: ya claro
pero ellos son suizos, con los españoles (ejemplo válido para cualquier
nacionalidad) eso no se puede, somos diferentes. Mantener la cultura y la
idiosincrasia de un pueblo es patrimonio de todos y un bien necesario para la
humanidad, pero considerar que las características negativas son parte de
nuestra carga genética y por lo tanto no se puede hacer nada por cambiarlas es,
bajo todo punto de vista, penoso. Cuando alguien comenta: “los latinos, ya
sabes, salsa y esas cosas, está claro que
no valen para la música clásica”, pienso en el maravilloso ballet nacional de cuba y en esas geniales
imágenes de jóvenes mulatas con tutú ensayando a la sombra de palmeras
tropicales.
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