viernes, 10 de noviembre de 2017

Destino





Si tomo en cuenta la percepción común del destino, debo inferir que es una especie de guion que cuenta siempre con un final feliz, frases como: “Lo que está para uno…” o “Si sucedió por algo será” este algo siempre se refiere a algo positivo, lo cual resulta sumamente curioso ya que según parece el supuesto del destino solo es aplicable cuando nos acontecen situaciones positivas, y cuando no, es debido a que es un preámbulo de algo que está por venir y que por supuesto será bueno. Me resulta al menos chocante este postulado, ya que si el destino está escrito, y es una especie de guion inamovible de nuestra vida, uno: no nos deja margen de decisión y dos: está escrito para lo bueno y lo malo, es decir, cuando una persona sufre violaciones, tortura, pasa hambre, o cualquier otro tipo de sufrimiento, lo padece porque así está escrito, claro que esta visión del destino no es tan poética y enternecedora como la común, pero ello no le resta mayor lógica. Yo por mi parte encuentro que el concepto de destino, no es sino otra forma de mutación del pensamiento mágico, de hecho en alguna ocasión he conocido a gente que a pesar de no creer en Dios cree en el destino, no olvidemos que en parte el pensamiento mágico se perpetua culturalmente envuelto en sentimientos irracionales, logrando así perpetuarse en el tiempo.

Segismundo:
¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto:
¿y yo con mejor distinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad,
el campo abierto a su ida:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan suave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
                                                        La vida es sueño
                                                        Pedro Calderón de la Barca

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