miércoles, 13 de febrero de 2019
Libros
Le pregunté a una amiga si leía, y me respondió que sí, insistí ¿no contando los textos de internet? Pues en ese caso, poco o nada respondió, hecho que me preocupó al ver en su comportamiento un reflejo de la juventud actual. No es que en tiempos anteriores se leyera más, ya que técnicamente es probable que hoy en día se lea más, el problema reside en la falta de lectura compresiva, reflexiva y extensa, y es que a los ya resabidos atributos positivos que otorga la lectura a quien la realiza, debemos sumar por un lado los beneficios que da la lectura sosegada que nos aporta un libro, al mantener una historia con sus diferentes matices, y reflexiones, entrelazados por un hilo conductor, durante muchas horas de lectura, todo ello en un mundo en el que vivimos sobre estimulados y bombardeados constantemente de información, donde dedicarle días, incluso semanas, llenas de horas de concentración en una historia, reflexión, tema, etc. Según sea el contenido del libro, es no solo algo excepcional, sino totalmente sano y recomendable, un antídoto ante el zapping mental que sufrimos a diario. Por otro lado nos permite tener una visión más completa de la realidad, entender que la verdad no se encuentra en un meme, que una buena frase es sólo el resumen, la puerta de un pensamiento más amplio y complejo, lo cual nos predispone a ser más críticos, reflexivos, así como a intentar tener la mayor cantidad de información sobre un hecho antes de opinar, algo desde luego muy necesario en una época, en que gracias a las redes sociales, todos somos, en mayor o menor medida, divulgadores de información.
Así que en resumidas cuentas, leamos libros, no vale con leer un par de textos de escasa líneas en internet, por muchos de ellos que leamos al día, tu cerebro lo agradecerá y el resto de la humanidad también
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