El parlamento es, o al menos debería ser, el templo de la
democracia, donde los representantes de los ciudadanos debatan y contrasten
posturas para alcanzar acuerdos que lleven al pueblo a mejorar sus derechos y
su calidad de vida. Sin embargo, la penosa realidad es que el parlamento es una
especie de circo en donde los políticos sobreactúan con gritos y malas formas,
con el fin último de beneficiar a su propio partido y no en pro del interés común
de la ciudadanía. Es cierto que no es la totalidad del comportamiento de
nuestros representantes, pero sí la generalidad, y el tema es terriblemente
grave, no sólo porque no están cumpliendo con la función para la cual fueron
electos (el sueldo lo pagamos todos los ciudadanos y no su partido) sino porque
además crean un clima de crispación y bronca continua que se contagia a la
población. Puedo entender, y es hasta sano, que en temas muy sangrantes se suba
el tono y la pasión del debate, pero que cualquier intervención equivalga per
se al insulto continuo, es injustificable y totalmente deleznable, y lo único que
demuestra es el teatrillo barato, o bien la inexistente capacidad mínima que se
le presupone y exige a un político para desempeñar su cargo, sea por un motivo
o por otro. Si no son capaces de debatir en un tono digno y respetuoso, siempre
manteniendo como fin último el bienestar de los ciudadanos, entonces por favor
dimitan. Está petición es un simple brindis al sol, la única manera de cambiar
las cosas es a través de la presión popular y mediante las urnas. Un poco de
respeto a la democracia y a los ciudadanos.
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