domingo, 30 de julio de 2017

Caramelos con droga.






En internet puedes encontrar miles de webs como:  The Eyes of Children around the World (página de facebook) que se basa, como su propio nombre indica, en mostrar fotos de niños, en su mayor parte pertenecientes a países pobres y con apariencia exótica para nuestros estándares occidentales. normalmente las fotos suelen ser de excelente factura, desconozco si cumplen con los derechos de autor, eso es otro tema, así que es normal que dichas páginas cuenten con miles de seguidores y decenas de miles de visualizaciones, todo normal, el problema surge cuando resulta que probablemente muchos de esos europeos que disfrutan observando fotos  hermosas a la par que enternecedoras de infantes, resulta que no permiten que se les hagan fotos de ningún tipo a sus hijos y mucho menos que se suban a la red, con la intención de salvaguardar la privacidad de sus hijos, de ese demonio peligroso que es internet y todos sus derivados. Es cierto que muchos de estos padres alegan que si otros progenitores autorizan la distribución de la sagrada imagen de sus retoños por internet es cuestión de ellos y  que por supuesto son totalmente respetuosos con esa decisión pero ellos no opinan igual, no solo existe una doble vara de medir en este proceder: estoy en contra de algo, pero lo propicio participando visualizando dichas fotos, sino que además existe un gran desconocimiento del funcionamiento de las redes sociales e internet en general, lo cual les lleva a temer por la seguridad de sus hijos. Es decir, me resulta bonita la foto de es ese niño con los ojos rasgados que está sentado en un campo de arroz, o ese niño africano casi desnudo que mira a la cámara con inocencia, pero que terrible es que en un cumpleaños de algún amigo de mi hijo alguien saque fotos y las suba a su Facebook, Instagram, etc. No vaya a ser que alguien tropiece con esa foto de entre las miles y miles de millones que pueblan la red, para muestra solo decir que cada minuto: En Flickr son vistas 20 millones de fotos. En Instagram se suben 3.600 fotos. En Snapchat se comparten 104.000 fotos.  Vivimos en la era de la información, principalmente visual, y cualquiera tiene derecho a no participar, pero entrar en una especie de pánico sin sentido, intentando de forma desesperada que sus hijos no acaben en la red, viviendo rodeados de cámaras las 24h (todos los móviles actuales tienen cámara de fotos y video) del día me resulta una labor extenuante y estéril, en la mayoría de los casos movidos por el miedo a una especie de monstruo con millones de cabezas pero sin un rostro definido, las explicación más común es: Hay mucho pervertido suelto en internet, y la pregunta es: ¿más allá de lo que pueda hacer este supuesto desviado en su casa, como puede afectar de forma negativa al crecimiento del menor, le puede hacer budú, o cómo va la cosa, y digo yo esos mismos pervertidos no están también en la calle y tienen ojos, o quizás llevan a sus hijos por la calle con burka?
Soy fotógrafo y nunca nadie me ha preguntado si los padres de los menores que he fotografiado y subido a mi web en el apartado de viajes (procedentes de países como Nepal, la India, Vietnam, etc.), me autorizaron para poder hacerlo, sin embargo si me han preguntado más de una vez por las fotos de niños blancos y rosadamente occidentales: Con tono de extrañeza ¿los padres te permitieron poner esas fotos en tu web? 
Que quede claro que respeto las decisiones de dichos padres y entiendo la intención de protección hacia sus retoños, aunque espero que me permitan opinar que este tema de las fotos de menores en internet, es la versión moderna de la leyenda urbana de los caramelos con droga a la salida de los colegios.

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