El Ayuntamiento de Guijo de Galisteo (Cáceres) ha convocado
un referéndum para que los vecinos decidan si prefieren dedicar la cantidad de
15.000 euros a la celebración de tres festejos taurinos o a la contratación de
trabajadores eventuales. (publico.es) En la sexta noticias realizaron una encuesta a pie de calle,
que por el número de encuestados no es relevante, pero si al menos curiosa, la
mayoría de la gente optaba por la celebración de la fiesta taurina frente a la
creación de puestos de trabajos temporales, las explicaciones eran variadas;
Las fiestas es solo una vez al año, las fiestas las disfrutamos todos, yo diría
trabajo, pero siempre se los llevan los mismos así que toros, por culpa de unos cuantos no nos
podemos quedar todos sin fiesta, esta última opinión es clarificante para
llegar al fondo estructural de esta cuestión; la mayoría gobierna sobre la
minoría, otro ejemplo interesante que viene como anillo al dedo, es el de un
relato de Poe, en el que un grupo de personas que vive en una isla se desplaza
todos los días a trabajar en barco a otra isla, un día justo en medio del
recorrido, el barco para por sobrepeso, frente a lo cual sólo quedan dos
opciones posibles: tirar a gente por la borda, y poder seguir adelante y llegar
a los puestos de trabajo, o esperar hasta el día siguiente a que pase otro
barco y así aprovechar para pasarle pasajeros, democráticamente se votó y la
mayoría decidió tirar gente por la borda
¿A quien creéis que tiraron por la borda? Pues en este caso también
puede que tiren por la borda a los que son más solidarios y prefieren ayudar a
las familias más necesitadas, no con limosnas sino con un puesto de trabajo
aunque éste sea temporal, ya digo que la encuesta de la sexta, no es
significativa y quizás en el referéndum gane el trabajo, pero sea como sea,
este ejemplo me permite contemplar las grietas de la democracia, y es en este
momento en que me planteo si el alcalde no debió hacer uso del poder que le
otorgaban los votos y simplemente quitar los toros, aunque esto iría en contra
de la democracia participativa, de la cual estoy a favor, o ¿debemos acatar
siempre lo que la mayoría opine? ¿No fue una minoría rebelde, que pensaba en contra
de las costumbres comunes, la que consiguió los logros sociales de los que
disfrutamos hoy en día? Sin duda, la democracia en general no es perfecta y la
española en particular mucho menos y cuando surgen estas encrucijadas, es
cuando debemos aprovechar para buscar la forma de reparar esas grietas y
reflexionar sobre las virtudes y desventajas de la democracia, que también las
tiene y muchas, pensar que la democracia no tiene fallos, es pensar que no es
susceptible de ser mejorada y el agua que no avanza se estanca y se pudre, sólo
tenemos que mirar alrededor.
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