Algo va a pasar. No sé el qué, pero algo va a pasar en 2012. Ésta es la letanía más común en estos días. Eso en el mejor de los casos, porque qué decir de las muchas sectas religiosas que vaticinan el fin del mundo y de los muchos convencidos por profecías del fin de los tiempos. "Cuando el río suena, piedras lleva", y efectivamente piedras lleva. Las de muchísima gente desconfiada de todo salvo de charlatanes, adivinos, profetas, informaciones sacadas de internet, iluminados y otros tipos de malas hierbas, cualquier cosa menos creer a científicos y personas con conocimiento de causa. Hace poco escuché una entrevista a uno de los mayores expertos en cultura Maya y dejaba claro que las profecías mayas que circulan por la red no tienen nada que ver con las reales (para quien este interesado les dejo el link de la entrevista:http://soundcloud.com/lamentira/carlos-mesa-en-el-ltimo-pelda ) que aunque así no lo fuera y la profecía fuera exactamente como nos cuentan, no pasaría de ser lo que es, una simple profecía más. Entonces ¿por qué tenemos que hacer caso a esa y no a tantas otras que ya vaticinaron el fin del mundo en el pasado? Sirva de muestra un botón:
1284. El papa Inocencio III concluyó que el fin del mundo tendría lugar ese año por ser la suma de 666 y el año de fundación del Islam. Resulta evidente la retorcida lógica aritmética del Santo Padre.
1524. Una conjunción de los planetas en el signo de Piscis condujo a que los astrólogos británicos vaticinaran un gran diluvio como preludio del fin del mundo. Cuando el día pasó y, para variar, no cayó una gota en las islas, se pospuso el Fin del Mundo para cien años después.
1881. Ésa fue la primera fecha para el fin del mundo anunciada por Charles T. Russell, fundador de los Testigos de Jehová, una secta muy dada al catastrofismo. Al marrar en su primer intento, Russell pospuso el Ocaso para 1914. Sus sucesores ampliaron el listado con la inclusión de 1925, 1966, 1975, 1984 y 1994, sin acertar hasta ahora, gracias a Jehová.
1910. El penúltimo paso del cometa Halley por la órbita terrestre también trajo consigo la consiguiente marea apocalíptica. En concreto, el astrónomo Camille Flammarion publicó "El fin del mundo" anunciando la desaparición de la vida en la Tierra y recibió crédito por parte del New York Times. No hay constancia de extinción alguna aunque sí de histerismo generalizado.
1990. La Iglesia Universal y Triunfante (ahí es nada) anunció que el 23 de abril de 1990 el mundo entraría en un período de "karma negativo" que acabaría con una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
2000. Una cifra tan redonda y llena de ceros no podía quedar al margen de su correspondiente Apocalipsis. Desde Juan XXIII -que predijo en 1961 que el Día del Juicio Final comenzaría ese año con una bomba nuclear lanzada sobre Europa por un grupo terrorista libio (¿)-hasta los cenizos que auguraron un masivo fallo informático (Y2K) fueron legión los que anunciaron la debacle.
2003. A principios de mayo un centenar de japoneses vestidos como los secuestradores de ET acampaban en las afueras de Tokio. Se trataba de Pana Wave Laboratory, grupo fundado en 1977 y que había anunciado el fin del mundo para el pasado 15 de mayo, día de San Isidro, mediante la inversión magnética de los polos terrestres.
Esto sólo es una pequeña muestra de las miles y miles de fechas que se han dado para el fin del mundo y, aunque la lógica dicte lo contrario, siempre pensamos: ¿pero si esta es la verdadera y se acaba el mundo? No sólo nos gusta tener esperanza en los hechos que nos favorecen (tómese como ejemplo la lotería), sino también en los que no lo hacen, como el fin de la humanidad. Quizás sea por un mecanismo primitivo, quizás movidos por la ignorancia o tal vez debido a nuestra educación judío-cristiana, repleta de profetas y actos mágicos (esa reflexión merece un articulo propio para desarrollarla). Sea por lo que sea, el hecho es que le damos credibilidad a cualquier fantoche que no sabe hacer la o con un canuto, antes que a los expertos en la materia (quizás no sabemos el significado del termino experto).
Sé que lo que voy a decir es una obviedad, pero a tenor de los acontecimientos históricos, parece que la gente no lo sabe; no se puede predecir el futuro, ni siquiera los grandes pensadores y científicos aciertan cien por cien en sus vaticinios. Si fuera así ya todos tendríamos coches voladores.
Lo único que sabemos con seguridad es que empieza un año nuevo y que sí, por supuesto que algo pasará: la vida, que con sus continuos cambios y fluctuaciones lleva rigiendo los acontecimientos de este hermoso planeta durante miles de años, para bien o para mal.
Feliz año nuevo, no dejes que el miedo te gobierne.