¿Las nuevas tecnologías reducen nuestra intimidad? Seguramente la respuesta es si, pero, ¿nos importa tanto la intimidad? Y ¿realmente, antes gozábamos de tanta intimidad? O ¿es otro de esos paraísos perdidos que nunca existió? Hace no muchos años, en una casa vivían varias generaciones en un espacio muy reducido y se vivía en pueblos pequeños, incluso cuando la gente emigró a las grandes ciudades crearon especies de pequeños pueblos en los barrios en donde la mayoría se conocían, es difícil imaginar que en ese contexto la gente tuviera un parámetro de intimidad muy grande, la intimidad tal y como la entendemos hoy en día, surge años después con el crecimiento enorme de los núcleos de población y la mejora económica de la sociedad que propicia el anonimato y hace que se pierdan las viejas costumbres, tan necesarias antiguamente para sobrevivir, de relacionarte con tus vecinos. Durante un pequeñísimo instante en la historia de la humanidad la población de los países ricos disfruta de un enorme margen de intimidad. Solo basta desplazarse a los países pobres para darse cuenta de que nuestro concepto de intimidad va asociado al desarrollo económico, así que cabe pensar que si nos costó tanto alcanzar la intimidad seremos recelosos a la hora de conservarla. Entonces por qué colgamos nuestra vida en fotos en Facebook o twiteamos nuestro día a día, mantenemos video conferencia por Skype con el pijama puesto, entramos en realitys o al menos lo intentamos (se presentan miles y miles de personas a los casting) y vivimos obsesionados con ser famosos sabiendo que ello conlleva la perdida de nuestra tan valorada intimidad. ¿Realmente nos importa tanto la intimidad?
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